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Zona Franca identifica 56 puntos de ingreso del contrabando en Cobija

COBIJA/AGENCIAS-PERLA DEL ACRE

Son 80 kilómetros de frontera común. La diferencia de precios impulsa el negocio. Comerciantes se quejan por la debilidad de los controles aduaneros y militares para frenar el fenómeno.

     Nadaparece detener al contrabando de mercaderías brasileñas en el departamento de Pando. La cerveza producida en el vecino país ingresa de forma masiva a través de la frontera norte, en Cobija, mientras los controles aduaneros y militaresresultan insuficientes frente a la magnitud del fenómeno. Distribuidores mayoristas de cerveza boliviana demandan más acción por parte del Estado para frenar este flagelo, que se ha vuelto crítico en los últimos meses.

     Un trabajo de observación realizado en la zona muestra la magnitud del fenómeno. Los comercios de la avenida 9 de Febrero, en la capital pandina, ofrecen variedad de productos. Muestran cientos de paquetes de latas de cerveza, la mayoría de procedencia brasileña.

     Durante una entrevista con este medio, Rodolfo Añez Domínguez, Director General de la Zona Franca (Zofra) de Cobija, revela que se han contabilizado 56 pasos alternativos por donde el contrabando ingresa desde Brasil alimentos y cerveza primordialmente. Los contrabandistas, según el funcionario, aprovechan las diferencias cambiarias por la devaluación del real, lo que provoca que los precios relativos de los productos del vecino país sean sensiblemente más baratos que los bolivianos.

     El medio fundamental para el paso de la mercadería es el río Acre, que en época seca se puede pasar a pie dado que el agua llega apenas por encima de los tobillos.

     “Hay personas que tienen vivienda y otras que tienen propiedades que son frontera y cobra para hacer pasar la mercadería. Por pase cobran 100 bolivianos”, reveló Añez Domínguez.

Los efectos en la frontera

     La cerveza brasileña – especialmente Itaipava, Skol – son las preferidas para el paso hacia el lado boliviano, donde compite de forma desleal con los productos bolivianos. Una caja de cerveza de 12 unidades cuesta 23 reales, unos 30 bolivianos, menos de 2,5 pesos por unidad, un 50% menos de lo que cuestan las cervezas bolivianas.

     Añez Domínguez reconoce que la Aduana boliviana y las Fuerzas Armadas están sobrepasadas por los contrabandistas, dado que estos aprovechan la extensa frontera para ingresar su mercadería.

     Las únicas entidades que pueden decomisar mercadería de contrabando en la frontera son la Aduana Nacional y el Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Aliementaria (Senasag), pero ambas entidades no cuentan con el personal suficiente para detener la ola del contrabando. También lo pueden hacer la Intendencia del Gobierno Municipal, en la misma ciudad, pero solo para proteger la sanidad alimentaria de la población y también cuentan con reducido personal.

     Un problema que identifica Añez es que la cerveza, para salir de la Zona Franca, debe pagar una tasa del 50%, lo que encarece sensiblemente los precios relativos e incentiva el contrabando. Dicha tasa se impuso para proteger la antigua fábrica de cerveza Bahía, que quebró en 2018. La norma, señala la autoridad, termina perjudicando a las cervezas bolivianas que no tiene cómo competir con similares productos brasileños.

     “Falta una decisión política para modificar esta tasa. El Ministerio de Economía se opone y eso mantiene esta diferencia abismal en los precios”, remarca Añez.

     El problema de fondo, según el directivo de Zofra, es que los comerciantes minoristas no son formales. “Las autoridades tienen miedo a poner un reglamento para pequeños negocios. Hace falta formalizar el comercio gremial y de esa forma combatir el contrabando como alternativa de negocio”, indicó.

     Según el director de Zofra, al año ingresan dos carretas formales (dos camiones de 28 toneladas), mientras que otras 12 carretas ingresan con contrabando. “El contrabando es imposible pararlo en una frontera más grande. Los militares intentaron frenar el COVID-19, pero no pudieron”, afirmó.

Distribuidores se quejan

     Los distribuidores de cerveza boliviana, por su parte, señalan que están sobrepasados por el ingreso ilegal de cerveza brasileña, mientras las autoridades miran a un costado o reciben coimas para permitir el paso de esas bebidas.

     La distribuidora de cerveza, Roseliane Chávez, denuncia la gravedad del contrabando tanto para el comercio como para la industria boliviana. “La cerveza brasileña inunda nuestros comercios por la falta de controles aduaneros. El contrabando se ha disparado. Toda clase de cerveza de Brasil. Ellos bajan de precios por la diferencia del tipo de cambio”, afirmó.

     Según informes militares y policiales, el arroyo Bahía, el río Acre, el municipio de Porvenir y la localidad de Villa Busch de Cobija se han convertido en las rutas más frecuentadas para las personas que se dedican al contrabando de productos alimenticios y bebidas desde el Brasil rumbo a Cobija.

     Dos factores están detrás de este fenómeno: falta de controles estatales y diferencias de precios. Por la devaluación de las monedas en los países limítrofes, especialmente, Brasil y Argentina, los precios relativos de todos los productos bolivianos son más altos que los que se registran en los países vecinos. Este fenómeno económico incentiva a los contrabandistas a buscar todos los medios para hacer pasar la mercadería.

     Por la crisis económica, mucha gente prefiere comprar la cerveza brasileña porque es más barata, señalan los comerciantes. A la gente ya no le importa mucho la marca, quieren beber a un menor precio, aseguran los comerciantes.

     Los bolivianos compran la cerveza Paceña por identidad y porque saben que es de mucha mejor calidad, asegura el comerciante. Pero, “el gran problema es competencia desleal por la falta de controles estatales”, indican los comerciantes.

     Los distribuidores también destacan el fenómeno de la corrupción. Según sus relatos los contrabandistas pagan uno o dos bolivianos para dejar pasar los paquetes de cerveza. Hay una falta total de capacidad de control. La gente está corrompida y deja pasar la cerveza brasileña sin problemas.

Cobija, sin alimentos

     La frontera con Brasil en Pando es una de las más permeables del país. La cerveza pasa en mochilas de los transeúntes o a través del río Acre, en una frontera común de más de 80 kilómetros.

     Cobija, con un poco más de 65.000 habitantes, colinda con los municipios brasileños de Epitaciolandia y Brasilea; el río Acre es la línea divisoria. Dos puentes, en puntos distintos de la ciudad, conectan a cada uno de estos lugares; y a diario circulan por estas infraestructuras de tránsito internacional cientos de personas, a pie o en autos.

     La capital pandina tiene una alta dependencia respecto de Brasil y Perú. Debido a la falta de industrias de alimentos, los bolivianos hacen mercado en ambos lados de la frontera. De Brasil traen arroz, fideos, azúcar y otros insumos. De Perú traen frutas y verduras. El ingreso de mercadería es incesante, las 24 horas del día. Debido a la falta de industrias en el lado boliviano, el ingreso de alimentos no paga ninguna tasa para salir de la Zona Franca.

     “No es posible traer alimentos desde el interior del país por las distancias y las malas condiciones camineras. Siempre hemos vivido en el aislamiento respecto de Bolivia”, dijo Rodolfo Añez Domínguez, director de la Zona Franca.

     Por el Tratado de Roboré, los bolivianos pueden ingresar mercaderías por el valor de hasta 150 dólares (unos 1.035 bolivianos), sin restricciones aduaneras.

     Comerciantes y autoridades de Zofra coinciden: faltan controles aduaneros para frenar esta expansión del contrabando en el norte del país.

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